Museo del Cine

La guerra sucia sobre la patente del cinematógrafo

(Tiempo de lectura: 4 - 8 minutos)

¿Quién fue realmente el inventor del cine?

 Es probable que mucha gente no recuerde –o simplemente ignore- que el día de los Santos Inocentes de 1.895 tuvo lugar la primera sesión de cine del mundo. Por el contrario, es popularmente muy conocido que fueron los Hermanos Lumière los inventores del cine y, en consecuencia, quienes continúan gozando del honor de esa primicia. Pues bien, todas estas afirmaciones son muy atractivas como titulares de periódicos y, más aún, como aderezo especial del orgullo patriótico francés, pero si nos adentramos en la intrahistoria de aquellos felices años de la Belle Époque Parisina, descubriremos para decepción de muchos, que ninguna de estas afirmaciones son ciertas.

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Nos hallamos en las postrimerías de una guerra que, erróneamente, se califica de incruenta, porque realmente también hubo secuestros y muertes promovidas por secuaces que cometían sus tropelías a las órdenes de algunos inventores que, exentos de todo tipo de escrúpulos, intentaban ser los primeros a cualquier precio. Esta lucha atroz entre los inventores del cine tuvo su lado más conocido a partir de 1.897, cuando Thomas Alva Edison intentó –y posteriormente consiguió durante nueve años (1.908-1.917)- monopolizar el negocio del cine creando una red de abogados que, en torno al presidente William Mckinley –asesinado en 1.901- consiguieron que se promulgaran leyes en contra de los Hermanos Lumière, a los que se les confiscó sus cámaras y fueron expulsados de los Estados Unidos bajo el lema América para los Americanos.

KINETOSCOPIO EDISONJPGPero si Edison se convirtió en el Capitán General de esa guerra practicando la piratería y el plagio más descarado, el resto de contendientes no se quedó detrás. Los Lumière, sabedores del Kinetoscopio de Edison –aparato de visión dinámica individual patentado en 1.891- compraron uno de ellos para estudiarle meticulosamente, aprovecharon el impago de la patente del Cinematógrafo inventado por el también francés León Bouly para apropiarse del nombre, y adoptaron la película de 35 milímetros que George Eastman –fundador de la casa Kodak que también se aprovechó de patentes ajenas- le suministraba en exclusiva a Edison para evitarle competidores. Es así cómo nació el famoso Cinematógrafo Lumière, patentado el día 13 de Febrero de 1.895. Un mes después, el día 22 de Marzo, fue presentado en la Sociedad para el fomento de la Industria Nacional de Francia. El día 12 de Junio en el Congreso de las Sociedades Fotográficas. El día 11 de Julio en la Revista General de Ciencias. El día 10 de Noviembre en la Asociación de Fotógrafos Belgas. Y cuatro días después en la Sorbona. Estos datos demuestran que el día 28 de diciembre no tuvo lugar ni la primera sesión del Cinematógrafo, ni la primera sesión pública como veremos a continuación.

A todo ello hay que añadir que tres años antes, el día 12 de Febrero de 1.892, León Bouly, que parece pasar totalmente desapercibido en la historia del cine, ya había patentado un aparato capaz de grabar y proyectar película sin perforaciones con el nombre de Cinematógrafo y nº. de registro 219350. Y que al año siguiente, el día 27 de diciembre de 1.893, solicitó otra patente de perfeccionamiento de su invento. También es justo añadir que no se conoce ninguna presentación pública de su cinematógrafo, y que aún no se sabe si llegó a funcionar.

Mientras todo esto ocurría, hubo un alemán que se mantuvo bien despierto. Su familia se dedicaba a espectáculos circenses y se sabe que, sin estar contaminado de otras influencias externas, inventó un aparato al que llamó Bioscopio –ver la vida- con el que grabó sus primeras imágenes en 1.892 a una cadencia de ocho imágenes por segundo. Tres años después logró proyectarlas a dieciséis. Su nombre era Max Skladanowski, y con su rudimentario aparato realizó la primera sesión pública de cine en el Wintergarten berlinés, un lujoso music-hall destruido en la Segunda Guerra mundial, en el que la proyección de imágenes animadas se combinaba con otros espectáculos.

 Por temor al plagio, el Bioscopio no fue patentado hasta veinticuatro horas antes del estreno, que tuvo lugar el día de todos los santos –uno de Noviembre de 1.895-, y tras el apoteósico éxito, los hermanos Skladanowski decidieron exportar su espectáculo cinematográfico al resto de Europa, comenzando en Francia.

El Bioscopio fue contratado por 3.000 francos en el famoso Folies Berguere Parisino durante un mes a partir del día uno de Enero de 1.896. Pero los Lumière se habían adelantado al día 28, y 48 horas antes del estreno el director M. Lallemand rescindió el contrato a pesar de pagar la cantidad acordada. Se desconoce la causa, pero se sabe que Antoine Lumière –padre de los famosos hermanos- habló con M. Lallemand y éste, veinticuatro horas después, decidió anular el contrato con Max. Así los Lumière pudieron ser aplaudidos como los verdaderos inventores franceses del cine. Lo mismo sucedió en el Empire Theatre de Londres en el que los Skladanowsky realizarían la primera sesión de cine de Gran Bretaña. También aquí quedó anulado el contrato y fueron los Lumière quienes ocuparon tan privilegiado puesto.

Mientras tanto Edison, que también se arrogaba la supremacía de su Kinetoscopio, pensaba que si el cine se convertía en un espectáculo colectivo, iría en detrimento de la venta de aparatos. Esa visión errónea le relegó a un cuarto puesto tras haber tenido muchas probabilidades de ocupar el primero.

 A pesar de toda la publicidad elaborada y difundida por intereses estratégicos de la última generación de inventores individuales, y también por razones patrióticas –cada país arrima el ascua a su sardina-, aún no hemos llegado al que bien pudiera ser el verdadero inventor del cine. Se llamaba Louis Aimé Agustin Le Prince. También era francés, y todo indica que a sus cuarenta y ocho años se fue de este mundo muy en contra de su voluntad.

La película con imágenes animadas más antigua que se conoce se titula Roundhay Garden Scene, y la rodó Le Prince en 1.888 con una cámara de su propia invención. Por consiguiente es la primera película del mundo, y eso le costó la vida a este semiolvidado químico, ingeniero e inventor que se adelantó a otros nombres que sí han pasado a la historia como Edison o Lumière.

Le Prince había decidido presentar sus aparatos en Gran Bretaña y en Estados Unidos, pero esto nunca ocurrió. El día 16 de septiembre de 1.890 tomó un tren que le llevaba de Dijon a París, pero con la precaución de no llevar cámaras ni documentos relativos a ellas que pudieran plagiarle en caso de robo. Nunca llegó a su destino y la policía de París le dio por desaparecido aunque más tarde se encontró un cuerpo en las frías aguas del Sena que parecía ser el suyo.

Respecto a esta misteriosa desaparición en plena guerra de las patentes en la que no había ningún escrúpulo hacia el adversario, se han dado diversas teorías.

KINETOSCOPIODEEDISONNNLa más fácil y sencilla es la del suicidio por problemas económicos. Otros afirman que fue un homicidio perpetrado por su hermano por una herencia. También hay quien dice que, por su condición de homosexual, era una lacra para su familia, que logró deshacerse de él. Pero en caso de asesinato el principal sospechoso fue el gran inventor de todos los tiempos: Thomas Alva Edison que tenía la mala costumbre de apropiarse –presuntamente- de lo ajeno. Se dice que hombres de la agencia de detectives americana Pinkerton a las órdenes de Edison, secuestraron y asesinaron a Le Prince para apropiarse de su invento.

Sea como fuere, nada hay probado y estos hechos se enmarcan dentro de los inicios de La Guerra de las Patentes que oficialmente comenzó en 1.897, cuando Edison logró que se expulsara a los Lumière de los Estados Unidos, y finalizó en 1.917 tras haber conseguido El Mago de Menlo Park un monopolio del cine que hizo pasar a todos por la taquilla de Edison, bien por las buenas, bien por las malas.

Queda así demostrado que ni Edison, ni los Hermanos Lumière fueron los primeros exhibidores cinematográficos, sino un desconocido artista e inventor, de nombre Le Prince que, al igual que León Bouly ha permanecido olvidado en el tiempo aunque ahora, más de un siglo después de su muerte (133 años después), se pretende hacer justicia, hasta el punto de ser reconocido como un héroe local en la ciudad de Leeds.

Carlos Jiménez
Miembro de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España

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