Sobradamente sabido es que el cine lo ha sido todo durante el siglo pasado: Fuente de difusión cultural, de ocio y entretenimiento, de publicidad comercial o política, y archivo documental porque, aunque sea de ficción, los rodajes muestran tanto paisajes como vida cotidiana del momento en que se filman. Es decir, toda película tiende a convertirse en documento aunque no sea el cine que conocemos como documental.
Pero es que el cine también ha estado muy vinculado a la enseñanza o docencia, como también lo estuvo su predecesora la linterna mágica mostrando a través de placas de vidrio vistas estáticas. No en vano este aparato predecesor directo del proyector cinematográfico, fue inventado y popularizado por monjes, abades y todo tipo de estudiosos eclesiásticos aunque, en muchas ocasiones, para impactar aún más a su público, ofrecieran más imágenes de demonios que de santos.
Así las cosas, durante muchos años se ha considerado inventor de la linterna mágica al monje alemán Athanasius Kircher, editor del libro Ars magna lucis et umbrae –El gran arte de las luces y las sombras- aunque hoy se dice que realmente fue el físico y astrónomo Christiaan Huygens.
En las proyecciones públicas de linterna mágica solían ridiculizarse a reyes y políticos y, en consecuencia, algunos de éstos la prohibieron, pero también fue muy utilizada como diascopio –proyector de vistas translúcidas hoy llamadas diapositivas- en universidades, o episcopio –proyector de vistas opacas como mapas, por ejemplo.
Pero también la linterna mágica a lo largo de más de doscientos años, evolucionó adaptándose a otras utilidades docentes más sofisticadas y surgieron otros modelos como la linterna mágica microscópica, cuyas funciones su propio nombre indica, o la linterna mágica científica, de la que también conservamos un modelo en nuestra colección. En ella podemos incluso meter en su interior un ratón o un pájaro –vivos- para verlos con todo detalle en la pantalla y así estudiarlos mejor. Fueron muchos los usos que se dieron a aquellos incipientes aparatos pre cinematográficos, pero nunca faltó ni el educativo, ni el religioso.
…Y de pronto aparece definitivamente el cine o cinematógrafo, un mecanismo acoplado a la linterna mágica que ofrece la ilusión del movimiento, eso que los hermanos Lumière llamaron La Photographie animée –La fotografía animada, con una repercusión mundial que su inventor –Louis Lumière- nunca imaginó sobre lo que él patentó como un juguete de física recreativa. Y es cierto que así se presentó. Cuando George Meliés –el mago de París y director del teatro Robert Jouden- intentó adquirir el cinematógrafo para sus espectáculos, Antoine Lumière –Padre de los Lumière y fundador de la empresa A. Lumière et ses fils- le contestó: “Mire, joven: agradézcame que no le venda el aparato porque, pasado un tiempo, todo el mundo se olvidará de él y será para usted una ruina”.
Christiaan Huygens.Pero el pronóstico fue equivocado, el cine se convirtió en el espectáculo del siglo, y fue utilizado de todas las formas posibles, una de ellas, como método educativo.
Llegados a este punto, he de subrayar que cuando comenzamos nuestro coleccionismo no teníamos información alguna a este respecto y que todo cuanto aquí se afirma es fruto de la propia experiencia, y no de la lectura de libros especializados en una tecnología cinematográfica que en España, bien no existieron, bien dejaron de existir.
A lo largo de los años han ido llegando a nuestro museo proyectores que se fabricaron y vendieron casi exclusivamente con fines pedagógicos para ser utilizados en colegios o cualquier otro centro educativo. Obviamente, nos referimos a otros países porque en España ya teníamos bastante con reñir con nosotros mismos, eso nos empobrecía, y la necesidad de comer estaba por delante del progreso cultural. Cuando aquí conocimos proyectores que se fabricaron casi exclusivamente para la enseñanza, fue a partir de los años sesenta del siglo pasado, es decir, medio siglo después que otros países vecinos como Francia o Inglaterra, y fue la Iglesia Católica la que se ocupó de ello adoptando el formato de 16 milímetros en colegios y cines parroquiales porque, siendo casi la mitad que el profesional de 35 milímetros, el material fílmico –el film propiamente dicho- también costaba la mitad. Entre estos proyectores semiprofesionales destacaron los Marín –fabricados en Valencia- pero sobre todo los Debrie fabricados en España con licencia francesa. Escuelas, universidades, colegios y cines no profesionales se llenaron de ellos.
Pero nosotros habíamos llegado tarde. En Francia, a partir de 1.905 ya estaba comercializándose el Pathé poste d’enseignement. En 1.914 el puesto de enseñanza Gaumont XI bis. En 1.922 se lanzó al mercado un proyector con el nombre de L’educateur. Y en 1.925 la casa francesa Debrie lanzó el Cine-Jacky. Mientras tanto en Alemania ya teníamos desde 1.924 el Ernemann Magister, y a partir de 1.930 el Docent, fabricado por la famosa Zeiss Ikon. Todo esto basándonos exclusivamente en los proyectores que forman nuestros fondos, que solo son una pequeña muestra de todos los que hubo en este sentido, y que fueron muchos.
Así pues, en Europa, y con Francia y Alemania a la cabeza, sobre todo desde 1.905 hasta 1.940, se fabricaron numerosos modelos de proyectores para ser dedicados exclusivamente a la enseñanza.
Diascopio o proyector de diapositivas
También hay que subrayar que en muchos casos un mismo proyector se comercializaba de diferentes maneras dependiendo de sudestino. Por ejemplo: Si el aparato iba a utilizarse en grandes salas comerciales, se presentaba con una potente linterna de arco voltaico, una gran mesa o bancada y brazos para bobinas de gran metraje, que en ese momento no pasaban de 300 metros. Si ese mismo proyector se presentaba como escolar, se hacía en una pequeña maleta con una simple lámpara de incandescencia y bobinas para pequeños rollos de película. Mismo proyector pero diferente presentación.
Es muy importante tener en cuenta que la proyección de vistas fijas no desaparece con la aparición del cine en detrimento de la linterna mágica. Hasta 1.960 casi todos los proyectores profesionales llevaban acoplado un proyector de vistas fijas –llamado Dialux- que en las escuelas se utilizaba con fines pedagógicos, y en las salas de cine con fines comerciales para la proyección de anuncios de productos o de próximos estrenos –téngase en cuenta que el conocido como tráiler apareció mucho después.
Episcopio moderno
También se ha de subrayar que era habitual que al menos los colegios más prestigiosos tuvieran su sala de cine y el proyector instalado en ellas dependía de sus condiciones. Si de una sala pequeña se trataba, bastaba con una máquina de 16mm, pero si el cine era de dimensiones mayores, se dejaba de lado este tipo de proyectores meramente educativos y se instalaba un proyector profesional como el de cualquier otro cine en formato de 35mm. Muchos de los proyectores con los que contamos en nuestros fondos provienen de colegios aunque no fueron fabricados exclusivamente para ellos.
Llegados los años ochenta, no solamente el 16mm. escolar y religioso, sino también los formatos menores domésticos como el 8mm o el super-8, desaparecen tras la brusca irrupción del videocasette y videoproyector, y aquellos aparatos analógicos con películas de acetato –antes del peligroso nitrato- quedan arrinconados en las anquilosadas cabinas de centros educativos convirtiéndose en restos desechables de tiempos remotos. Poco a poco desaparecen y solo los más afortunados encuentran refugio en museos o en ávidos coleccionistas que saben valorar el significado histórico de muchos de ellos. Son otros tiempos. Siempre la imparable e inevitable evolución. Y ahí estamos nosotros, los que nos esforzamos en reconstruir la historia, en recrear tiempos pasados, viejas formas de vida, en mantener la memoria de lo que un día significó y fue el cine y su paulatina evolución y transformación actual, en recopilar, restaurar y conservar adecuadamente esos fieles testigos metálicos del pasado y así dejar un legado a las futuras generaciones. En definitiva, en tratar de perpetuar esos dulces sueños que solo se dan en una pantalla.
Carlos Jiménez
Miembro de la Academia de las Artes y
las Ciencias Cinematográficas de España
http://www.museodelcine.es/
30-V-2021