Historia de Villarejo

¿Quién fue D. Luis de Requesens y Zúñiga? (y III)

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Dentro de los actos del Año Jubilar, el pasado día 24 de marzo estaba prevista la charla sobre las “Letanías Lauretanas”. El ponente no pudo asistir y la charla la impartió a los asistentes nuestro párroco José Luis Loriente Pardillo. Habló sobre D. Luis de Requesens y Zúñiga. Transcribimos en esta serie de tres artículos la ponencia para que podamos conocer un poco mejor a este personaje al que Villarejo debe gran parte de su historia.

Vamos con la TERCERA Y ÚLTIMA PARTE de la charla sobre nuestro personaje, que trata de sus últimos años

Convento de Santiago en Bruselas

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SUS ÚLTIMOS AÑOS

0c069e08 b8f4 4890 b949 92de1e1dc72dRetrato de San Carlos Borromeo, por Luca GiordanoEl 4 de diciembre de 1571 Felipe II nombre a Luis de Requesens gobernador de Milán. En este momento se desvela un gran infortunio personal de Requesens. Durante muchos años ha vivido lejos de su esposa y ahora la reclama desde Milán: «Señora y alma mía. No puede el Papa tener negocio a que me envíe a España, ni yo aceptar la jornada, aunque él me la mandase, estando lo de Milán a mi cargo, según se van poniendo las cosas del mundo; y vos no me respondéis a todo lo que os he escrito sobre vuestra venida, y suplicóos que no se difiere, que yo he escrito al rey pidiéndole licencia para enviaros de acá ga­leras; y si fuesen tantas las que de allá darán el conde de Benavente que pudiésedes venir en ellas, no hay que esperar esotras, como os he escrito».

El caso es que estas bellas palabras y otras más duras apelando a su conciencia no logran que Jerónima, que en su juventud para casarse con el Comendador se había enfrentado a su padre, ceda. Requesens pasará el resto de sus días lejos de su familia.

Al comienzo de su mandato en Milán ya se enfrenta a la falta de medios económicos. Tiene que mantener la gobernación y el prestigio de la monarquía hispánica con escasez de dinero y crédito. Se queja el Comendador a Felipe II de la falta de soldados y de armas en un momento de máxima tensión en el que Francia acumula tropas en frontera. Por otra parte, se preocupa por la persecución del crimen y administración ordinaria de justicia, que en aquel territorio está paralizada por corrupta.

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Castillo de Arona

La estancia de Luis de Requesens en Milán es conocida por su enfrentamiento con el Arzobispo Cardenal Carlos Borromeo (santo de la Iglesia Católica). Borromeo era sobrino de Pío IV, pero había pasado de ser un cardenal nepote más a un ferviente pastor al modo del Concilio de Trento. Una de las directrices de Trento había sido la defensa de la jurisdicción propia de la Iglesia con respecto del Estado. La actuación de los tribunales eclesiásticos, la moralidad de las fiestas profanas, la exención de los clérigos de ciertos impuestos, la organización de los grupos de doctrina cristiana o la guardia personal de Cardenal serán algunos de los puntos en conflicto, que terminarán con la ocupación por parte del Gobernador del Castillo de Arona y con la excomunión de éste por parte de Borromeo. 

Gregory XIIIGregory XIIIFelipe II tanteó ya la posibilidad de nombrar a Luis de Requesens como Gobernador y Capitán general de Flandes en un intento de cambio de política frente a la represión ineficaz del Duque de Alba. El comendador reusó en un primer momento alegando su edad. Había dicho a su esposa en 1572: «Estad segura que yo no aceptaré otro cargo, aunque me diesen a escoger en cuanto provee el rey; y si no muriese en éste, que me pesaría mucho de ello, saldré de aquí para mi casa y para no salir de ella en toda mi vida». El Comendador se excusó también por su edad y por su impericia en la guerra en tierra firme, pero luego fue convencido por el monarca que intercedió en casamiento de su único hijo con una doncella de la casa de Medinaceli. Así aceptó el cargo en julio de 1573.

Habíamos señalado que, durante su gobierno en Milán, el Arzobispo de la ciudad, Card. Carlo Borromeo, había excomulgado a Requesens. El Comendador, que vivía en aquel momento una etapa espiritual muy fecunda, no quiso dejar la ciudad y partir a los Países Bajos en esa situación por razones espirituales y humanas. Tras vehementes protestas, tanto desde Milán como desde Madrid, intervino el papa Gregorio XIII declarando el levantamiento de la pena. De todas formas, hasta el 17 de noviembre de 1573 no llegó a Bruselas después de un largo viaje a Bruselas.

Antes de salir para su nuevo destino, el Comendador escribe a su hermano: «Mis pecados me hacen temer mucho más que la jornada tiene, ni lo poco que he de ser ayudado para allenallas; y si pudiéramos vivir juntos en Flandes o donde quiera, como decís, no me quedará desear, ni echará de menos ninguna de las otras compañías que me faltan… Y enterneciéndome mucho cuando leí vuestra carta que rogáis a Dios que nos veamos en el cielo, cuando no puede ser de otra manera; y aunque esto se ha de cumplir siempre, moriría muy descontento si no os pudiese ver antes de mi muerte».

Requesens fue enviado a Flandes para iniciar un gobierno más tolerante, pero sin instrucciones precisas, sin llevar consigo un perdón general ventajoso y con nuevas estrecheces económicas. El mismo Requesens tuvo que vender la plata y la vajilla de su casa para pagar a los tercios.

Frente a la sublevación de aquel territorio, el Comendador pensaba que la lucha religiosa no había sido la causa, sino la consecuencia, y propuso a Felipe II asegurar la libertad de conciencia, reunir Estados generales y nombre un gobierno de gente del país. La propuesta fue desestimada por el Consejo de Estado.1280px-Capella_del_Palau_II.jpg

Capilla del Palacio Menor (Barcelona), donde residen los restos de Luis de RequesensA finales de febrero de 1576 Luis de Requesens enferma y guarda cama, le sale un acceso en la espalda y tiene grandes dolores y fiebre. El 5 de marzo muere a los 48 años de edad y es enterrado en el Convento de Santiago de Bruselas. En 1577 los restos del Comendador y de su hijo Juan, que también había fallecido, fueron definitivamente inhumados en la Capilla del Palacio Menor.

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