Voy a hablar de una pequeña parte de una gran cosa que por mucho que lo intento no acabo de entender, pero bueno, desde mi modesto nivel voy a ver si me sale algo.
Se trata de la tan “cacareada” Agenda 2030. Para empezar, creo que tiene más de cien objetivos entre los que destacan:
Poner fin a la pobreza y el hambre; combatir la desigualdad y el cambio climático; asegurar la igualdad de género y los derechos humanos de las mujeres y garantizar el acceso universal a servicios de salud y educación de calidad.
A ver quién es el guapo que leyendo esto dice que no está de acuerdo.
Pero después, viendo las formas y los logros que se van consiguiendo, me recuerda un poco a la propuesta de uno de nuestros expresidentes y su famosa declaración en la asamblea de la ONU el 21 de septiembre de 2004, cuando presentó su famosa “Alianza de Civilizaciones” que pretendía entre otras, poner de acuerdo a occidente con el mundo musulmán para acabar con el terrorismo internacional por otro camino que no fuera el militar.
Alex Proimos. La Pobreza. Flickr. Licencia
Igualmente, a ver quién se atrevía a no estar de acuerdo. De hecho, en abril de 2007 ante una propuesta de Naciones Unidas, se crearon grupos de trabajo con altas personalidades de la política y la cultura y un departamento con sede en Nueva York.
En la actualidad, viendo los acontecimientos actuales, creo que no hace falta hacer ningún comentario sobre los logros de este proyecto, aparte de egos personales, publicidad, nombramientos, viajes y discursos, “na de na”.
Pues bien, sobre la Agenda 2030, al menos en algunas de sus intenciones creo van por el mismo camino. Nos dice que para el 2030, vamos a pasar de 7600 a 8600 millones de habitantes en la tierra, a los que tenemos que pensar en alimentar de forma satisfactoria. Después nos dice que hay que reducir el uso de fertilizantes, gasto de agua para riegos, uso de fitosanitarios y reducción de la cabaña ovina. Resumiendo, “aumentar la producción reduciendo el impacto ambiental”. Qué bonito queda esto último, reducimos el abono y las superficies de riego, combatimos menos o con productos menos eficientes las plagas y enfermedades del campo y “seguríííííísimo” que aumentamos la producción.
Añadimos a esto la prohibición de variedades de semillas con eventos transgénicos, que en algunos casos lo que pretenden es trasmitir a las plantas resistencias a ciertas plagas y enfermedades, y tenemos el guiso completo para todo lo contrario de lo que se pretende.
A cuento de la reducción del uso de infinidad de fitosanitarios y la pretensión de volver la naturaleza a su naturalidad, “no sé a la de qué siglo”, pero esto sí es posible que lo vayamos consiguiendo, de momento ya tenemos un problemilla con las chinches.
Y a los que tratan de que los ríos recuperen su naturalidad, derribando “retrancos”, decirles que continúen con las autovías… pues eso sí que son barreras a lo natural. Volvamos a los caminos de materiales naturales con su barro, sus charquitos, y sin alambradas, para que la fauna silvestre no vea interrumpidos sus paseos. De postre podemos soltar los pollitos para que se críen como antaño, comiendo hierbitas, y al final que solo coma carne de pollo el médico en la Navidad.
A los qué desde sus poltronas ministeriales y puestos de renombre internacional, que se sacrifican con míseros sueldos y tan empeñados en vendernos cambios para un futuro más dichoso, sólo quiero decirles que: “El camino del infierno está empedrado de buenas intenciones” y no olviden a la hora de efectuar cambios que puedan afectar las costumbres que: “Las prisas son muy malas consejeras”
La sección "El Rincón de los Refranes" lleva publicándose en la Encomienda de forma ininterrumpida, todos los meses, desde octubre de 1996. Bajo estas líneas publicamos la primera edición.